¿Hay alguien ahí afuera?


1.- ¿Hay alguien ahi afuera?
"Las hermanas Walsh", 4

«Tenía que volver a Nueva York para buscarle. Quizá no le encontraría pero tenía que intentarlo. Lo único que sabía era que aquí no estaba.»

Anna Walsh está totalmente destrozada, física y emocionalmente. Se encontraba tumbada en el sofá en la casa de sus padres en Dublín, obsesionada con una sola cosa: volver a Nueva York, una ciudad que significa para ella sus mejores amigos, el trabajo más maravilloso del mundo y, sobre todo, significa su marido, Aidan. Pero la vuelta a Manhattan no iba a aclarar nada en la vida de Anna Walsh: no solo llevaba consigo sus cicatrices sino que, aparentemente, ya no podría contar con Aidan. Quizá Anna debería dejar de buscar, pero ¿podrá?
Un grupo de amigos encantadores pero nada normales, una revelación totalmente inesperada, dos nacimientos y una boda extrañísima ayudarán a proporcionar a Anna lo que busca y a cambiar su vida para siempre.

MI OPINIÓN
Ana es responsable de prensa de una prestigiosa marca de cosméticos. Tras sufrir un accidente en el que muere su esposo y ella resulta gravemente herida, decide volver a casa de sus padres, en Dublín. El reencuentro con su increíble familia, el contacto con el mundo del espiritismo y la descripción del ambiente publicitario neoyorquino configuran las líneas maestras de esta agridulce comedia en la que, a pesar de abordar un tema duro como la muerte de un ser querido, Marian Keyes logra componer un fresco vital, cargado de humor y de personajes inolvidables.


A diferencia de el libro anterior este me ha gustado mucho la historia me pareció adictiva , desde el principio quería saber mas y mas de Anna la protagonista de este libro ella es la 4a hermana, su historia de amor  con Aidan me cautivo hasta el fatal desenlace.  Como  en los cuatro libros de esta serie quién nos cuenta esta historia es Anna conocemos sus pensamientos y sentimientos, como conoció a Aidan y como se enamoro de él, hasta como decidió casarse con el , la boda y esta vez conocemos más de sus hermanas, y como han vivido después de sus relatos anteriores. Y como siempre me divertí mucho leyendo las ocurrencias de sus hermanas y de su madre.

Es una historia de amor y amistad, de aceptación y superación de una perdida.
No les cuento más tienen que leerla y conocer a Anna.





Partes del libro que me han gustado.

Mis tres hermanas mayores —Claire, Maggie y Rachel— son como mamá: mujeres altas y fabulosas, con opiniones firmes. Me parecían de otra raza y siempre procuraba no llevarles la contraria, porque cualquier cosa que dijera podía chocar contra las rocas de sus firmes y estentóreas aseveraciones.
Claire, la primogénita, hace poco que cumplió cuarenta años. No obstante, sigue siendo una mujer tenaz y optimista que «sabe cómo divertirse». (Eufemismo de «juerguista desenfrenada».) Su vida sufrió un pequeño revés cuando su marido, el condescendiente James, la abandonó el mismo día que ella daba a luz a su primer hijo. Eso la dejó destrozada durante… casi media hora. Luego conoció a otro tipo, Adam, y tuvo el buen juicio de fijarse en que era más joven que ella y fácil de someter. Aunque también tuvo el buen juicio de asegurarse de que fuera moreno y guapo, de espaldas anchas y —según Helen (no preguntes)— bien dotado. Además de Kate, «la niña abandonada», Adam y Claire tienen dos hijos y viven en Londres.
Segunda hermana: Maggie, la lameculos. Es tres años menor que Claire y destaca por negarse sistemáticamente a crear problemas. Pero —y es un gran pero— sabe defenderse y cuando se le mete una idea en la cabeza puede ser más terca que una mula. Maggie vive en Dublín, a menos de dos kilómetros de mamá y papá. (Lo dicho, una lameculos.)
Luego está Rachel, un año menor que Maggie y la mediana de las cinco. Ya antes de que Luke empezara a acompañarla a todas partes causaba bastante revuelo: era sexy, divertida y algo salvaje, aunque su pequeño problema se convirtió, en realidad, en un gran problema. Probablemente el peor de todos, al menos hasta que me tocó a mí. Años atrás, al poco tiempo de instalarse en Nueva York, se aficionó a la caspa del demonio (cocaína). El asunto se fue agravando y después de un dramático intento de suicidio, acabó en un centro de desintoxicación irlandés muy caro.
Aunque es de justicia decir que Rachel probablemente también es el mayor éxito de la familia Walsh. Aproximadamente al año de desengancharse ingresó en la universidad, se licenció en psicología, hizo un máster en drogodependencia y ahora trabaja en un centro de desintoxicación de Nueva York.
Después voy yo. Soy tres años y medio menor que Rachel.
Y por último, cerrando la marcha, está Helen, que dicta sus propias leyes. La gente la adora y la teme a la vez. Es ciertamente única: intrépida, poco diplomática y dada a llevar la contraria. Por ejemplo, cuando abrió su agencia (Investigaciones La Buena Estrella), pudo montar el despacho en un precioso edificio de la calle Dawson, con portero y una recepcionista compartida, pero en lugar de eso se instaló en un complejo de pisos cubiertos de grafiti, donde todas las tiendas tenían las persianas permanentemente echadas y jóvenes con chándal pasaban zumbando en bicicleta, lanzando bolas de papel.


Ojalá me pareciera más a mis hermanas, unas artistas a la hora de expresar su dolor, expertas en dar portazos, aplastar teléfonos, lanzar objetos contra las paredes y gritar. El mundo entero tenía que enterarse de su rabia-decepción-hombre traidor-ratón de chocolate que faltaba en la nevera. Pero yo había nacido sin el gen de la diva, de modo que cuando la adversidad me alcanzaba, generalmente la guardaba en mi interior, donde le daba vueltas y más vueltas tratando de comprenderla.

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